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Terapia de pareja

Las relaciones de pareja son la mayor fuente de bienestar para las personas, por lo que la vida en pareja sigue siendo la opción más elegida a pesar de la evolución de la sociedad. Las relaciones de pareja aportan a las personas amor e intimidad, necesidades básicas del ser humano, amar y ser amado. Expresar mediante gestos tanto físicos, un abrazo, un beso, caricia, como del cuidado del otro, atenderle en las necesidades emocionales y físicas. Compartir ocio y actividades gratificantes; facilitar la sexualidad.

Al principio de las relaciones, todo es verdaderamente hermoso e intenso. Cada miembro que conforma la pareja pone todo de su parte para que la relación florezca y evolucione correctamente. El amor siempre está presente, haciendo que las personas que lo sienten vivan en una nube. Con el paso de los años, y las experiencias vividas, el amor baja de intensidad pero no debe apagarse. Se convierte en un amor más pausado y maduro pero sigue siendo amor.

Sin embargo, la vida en pareja comporta también dificultades, ya que muchas veces las diferencias individuales terminan en conflicto.

Las parejas atraviesan diferentes etapas en su desarrollo y en su evolución ya menudo deben enfrentarse con situaciones o momentos difíciles y estresantes que muchas veces acaban dañando y deteriorando la relación y generando diferentes problemas. Los problemas de pareja conllevan muchas veces problemas psicológicos como depresión, ansiedad, problemas de drogas, violencia….

Si percibes que tu pareja ya no funciona como funcionaba antes, si percibes que tu bienestar psicológico, o el de ambos, se resiente por los problemas que ocurren a la pareja o si has intentado solucionar estos problemas que hacen que la pareja se deteriore y no has podido resolverlos, es cuando necesitas recurrir a una terapia de pareja para solucionar estos problemas o en algunos casos, si ya no se pueden resolver, buscar la mejor solución para ambos que en muchas ocasiones acaba siendo la separación. El psicólogo también puede ayudar a adaptarte y soportar de la mejor forma posible una situación de separación a la pareja.

El psicólogo en las terapias de pareja es una figura neutra que analiza la problemática y los conflictos que ocurren y dañan a la pareja, generándose así un espacio de respeto y de diálogo entre ambos, para permitir a la pareja aprender diferentes modos de relación y de comunicación, y donde se pueden trabajar habilidades y recursos para solucionar estos problemas o conflictos que dañan la relación de pareja. Las terapias de pareja pueden llevarse a cabo con los dos miembros de la pareja o sólo uno de ellos, que es el que da la voz de alarma y solicita la ayuda psicológica. En este último caso, se trabajaría de forma individual con la persona que solicita la ayuda para restablecer así su equilibrio emocional deteriorado por los problemas de pareja.

¿Qué problemáticas de pareja atendemos en el centro INFANS?

En el Centro de Psicología INFANS trabajamos las siguientes problemáticas de pareja:

La dependencia emocional en psicología es la dependencia afectiva o sentimental que consiste en una serie de comportamientos adictos que se dan en una relación interpersonal donde existe una asimetría en el rol que asume cada persona. La necesidad de cariño básico que todo ser humano necesita se convertirá en dependencia emocional cuando las conductas que despliega una persona para satisfacerla sean patológicas y desproporcionadas. De esta forma, la persona dependiente muestra un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir de manera desadaptativa con otras personas. Por tanto, se trata de una necesidad afectiva extrema hacia la pareja sentimental; de modo similar que un drogadicto necesita su dosis sí o sí, la persona dependiente necesita la persona de la que depende y es que en la dependencia emocional operan mecanismos de refuerzo positivo como en otras adicciones, que acaban generando dependencia psicológica casi incontrolable en el sujeto.

Las conductas más características de personas que sufren dependencia emocional son:

  • Obsesión por alguien: la persona dependiente es una persona con un deseo e impulso irrefrenable por el contacto permanente con la persona amada de quien depende, existe una necesidad y fijación excesiva para tener contacto continuo a través de llamadas, mensajes… En todo momento la persona dependiente debe saber dónde está, con quién está y tener comunicación con su pareja, y en el siglo en que vivimos con las nuevas tecnologías y la inmediatez en las comunicaciones, esto alimenta aún más esa necesidad. Pueden escribir y/o llamar muchas veces al día, sintiéndose muy bien sabiendo cómo está la otra persona, qué es lo que está haciendo, con quién está, cuándo saldrá de trabajar, etc.
    Es su forma de sustituir el no poder estar 24 horas al día con alguien, así se sienten supuestamente seguras, queridas, cuidadas. Cuando su demanda de atención no está cubierta, no piensan que la otra persona pueda estar ocupada, por ejemplo trabajando, sino que pueden llegar a desesperarse, traduciéndose en inquietud, pensamientos negativos y nerviosismo excesivo, pueden sentir miedo que serán abandonadas y que no son suficientes.
  • Idealización: la persona dependiente eleva a la pareja hasta el nivel de idealizarla. De modo que no será capaz de ver nada negativo en él o en ella; se venerá a la pareja como si fuera un Dios o un ser superior. El dependiente asume que su pareja es el ser más maravilloso que ha conocido nunca, es ideal porque es perfecto/a, nunca se equivoca, no comete errores, no se imagina su vida sin él o ella y hará todo lo que esté a su alcance para mantener su relación. En este punto, la persona dependiente sobrevalorará las cualidades de la pareja e infravalorará las propias. Esta sobrevaloración del otro, que no se corresponde con la realidad, llevará al dependiente a querer estar aún más tiempo con esa persona o desearla más.
  • Altruismo patológico: la máxima prioridad de la persona dependiente será pasar todo el tiempo con la pareja. Su mundo se centrará en compartir todo con él o ella. Poco a poco el dependiente emocional irá abandonando sus responsabilidades, actividades y aficiones con el objetivo de tener el tiempo necesario para complacer a las necesidades de la pareja, centrándose exclusivamente en esta persona hasta que todo lo que haga esté relacionado por así poder pasar el máximo tiempo juntos, aunque algo no le gusta lo hará, porque estará convencida de que es algo positivo. La pareja es el centro del pensamiento de la persona dependiente, todo gira a su alrededor y se priorizará sobre cualquier otra cosa.
  • Rotura con amigos y familiares: En este tipo de relaciones dependientes son frecuentes los enfrentamientos y las discusiones con amigos y familiares. Lo habitual es que el dependiente emocional no haga caso de lo que le dicen e insista en defender su relación a toda costa, aquí es donde aparecen los enfrentamientos, llegando incluso a reclamar a sus próximos un trato especial hacia el otra persona.
  • Posesividad: los dependientes emocionales tienden a la exclusividad en sus relaciones de pareja, esta demanda se exagera hasta el punto de que el resto de la gente puede llegar a molestarles, para que todo lo que no sea compartir tiempo y espacio con la persona querida les genera un elevado malestar.
  • Miedo a la soledad: los dependientes emocionales son personas que no saben, no quieren y no conciben vivir solos, tienen una baja tolerancia a la soledad, tienen miedo a estar solos, no son capaces de disfrutar de un tiempo consigo mismos. Siempre buscarán contacto, estar con esa persona o personas. La soledad les incomoda de forma desadaptativa. Empalman una relación sentimental con otra, sin pasar meses ni años sin pareja sentimental estable. Son los eternos emparejados. No saben lo que es estar soltero/a.

Todas estas características pueden desencadenar una sintomatología patológica a la persona dependiente, que se puede traducir por ejemplo en ansiedad, obsesiones, depresión, etc.

Estas personas experimentan angustia o miedo exagerado en la separación. La persona dependiente no se imagina que la relación pueda terminar, esta posibilidad ni se la plantea porque el dependiente no consigue disfrutar ni ser feliz si no es a través de la otra persona y por eso busca el vínculo en sus planes constantemente. Así que cuando estas personas sufren una ruptura con la pareja el impacto psicológico que pueden llegar a sufrir puede ser muy devastador, sufriendo malestar tanto físico como psicológico: sufriendo sentimientos de desvalorización de sí misma, sintomatología ansiosa, sentimientos negativos hacia la vida, hacia su futuro, acompañados de una gran sensación de vacío y una fuerte sensación de que sin esa persona la vida no vale la pena. En ese momento la persona siente que su mundo se derrumba, que no puede seguir, ni ser capaz de continuar con su vida “sola”, pudiendo llegar a sufrir un trastorno depresivo en los casos más graves.

Es habitual encontrar comorbilidad de la dependencia emocional con cuadros de ansiedad y/o depresión.

Todo esto ocurre porque la persona debido a su baja autoestima no es consciente de lo que vale por sí misma, de lo que es capaz de hacer y de todo lo que ha conseguido sola en la vida y que hay más personas en su vida . La baja autoestima es el factor fundamental y lo habitual como causante a las personas dependientes. Este tipo de persona se desvaloriza sistemáticamente. Se muestran muy críticos consigo mismos y con su forma de ser, hasta el punto de sentirse inferiores y culpables, incluso, del desprecio que puedan recibir por parte de las parejas sentimentales. De esta forma aparece un sentimiento de inferioridad y de inutilidad perjudicial para ellos y para la relación.

Diferencias entre amor y dependencia

  • La dependencia nace del egoísmo, el amor es entrega. Cuando una persona ama no intenta manipular a la otra persona para que esté a su lado y le complazca. Cuando una persona ama sólo piensa en hacer feliz a la otra persona y que su felicidad sea también la suya. El amor maduro consiste en esto, en dar sin esperar recibir nada a cambio porque amar ya es gratificante por sí mismo. La dependencia emocional se centra en lo contrario, en el deseo de complacer a la otra persona esperando obtener algo a cambio. Por eso, se cae en el control inmaduro y egoísta para poder conseguir lo que la persona que crea esta dependencia anhela, y sin dudarlo practicará la manipulación.
  • El amor es libertad, y la dependencia es nudo que ahoga. Dentro de un amor sano y maduro, cada miembro es capaz de crecer dentro de la relación moldeándose a la voluntad de ambos y el proyecto vital en común. Esto implica que cada uno debe ser capaz de ser uno mismo dentro de la relación. La confianza mutua es un hecho liberador, permitiendo que ambas personas puedan expresar todo su potencial. Cada uno tendrá sus objetivos y anhelos que la otra persona anima a que los alcance. La dependencia suele ser una losa demasiado pesada, ya que la persona que la desarrolla quiere que su pareja cada vez esté más tiempo a su lado, controlándola y obligando a que se entregue en cuerpo y alma a la relación, olvidando sus propios sueños y proyectos. Esta clase de relaciones acaban ahogando a la persona víctima de la dependencia del otro, y sacando a la superficie lo peor de cada uno.
  • El amor maduro es duradero, la dependencia no dura nada. El amor sano y maduro se desarrolla y crece con los años. Las raíces se hacen más sólidas y crecen nuevas ramas. Esto no quiere decir que no pueda haber discusiones o desacuerdos, sino que existirá siempre la capacidad de superarlos juntos. En este tipo de relaciones, las personas están juntas porque se quieren, no porque se necesitan. La dependencia emocional en cambio lleva a intentar constantemente llenar esa sensación de vacío que sufre la persona que la lleva a cabo. Las personas dependientes suelen ir de relación en relación. No les interesa la persona en sí, sino intentar llenar las carencias afectivas que sufren. Son personas incapaces de estar solas.

Las relaciones de pareja son la mayor fuente de bienestar para las personas, por lo que la vida en pareja sigue siendo la opción más elegida a pesar de la evolución de la sociedad. Las relaciones de pareja aportan a las personas amor e intimidad, necesidades básicas del ser humano, amar y ser amado. Expresar mediante gestos tanto físicos, un abrazo, un beso, caricia, como del cuidado del otro, atenderle en las necesidades emocionales y físicas. Compartir ocio y actividades gratificantes; facilitar la sexualidad. Sin embargo, la vida en pareja comporta dificultades, ya que muchas veces las diferencias individuales terminan en conflicto.

Una de las quejas más frecuentes en la consulta inicial en una terapia de pareja es: “No me entiende”… al referirse a los problemas de comunicación. Y es que uno de los mayores problemas que viven las parejas es la falta de comunicación entre sus miembros, muchas veces están cerrados los canales de comunicación en la pareja y se necesita una ayuda externa para poder restablecer la comunicación deteriorada o perdida. El diálogo en la pareja puede salvar la relación y restablecer el equilibrio. Es entonces cuando las terapias de pareja pueden ayudarle a resolver los problemas de comunicación.

Independientemente del tiempo de la relación, o la edad de sus miembros, estas fallas son el primer indicio de un conflicto que puede agravarse. Muchas veces suelen reclamar un cambio en el otro. Atrás quedaron las largas conversaciones, el trato afable, la escucha atenta para sustituirla por apatía, crítica, actitudes defensivas u ofensivas… llegando incluso hasta el mutismo selectivo.

Los problemas de comunicación a la pareja generan discusiones, distanciamiento emocional, problemas de autoestima, ansiedad y estrés, irritabilidad, tristeza y soledad entre otros. Todos estos factores, si no son abordados adecuadamente, pueden desembocar en una separación.

Las parejas se culpabilizan al uno al otro. Esta actitud de culpabilización mutua rompe la cohesión de equipo que se requiere para hacer frente a las dificultades de pareja, sin darse cuenta de que en realidad lo que está sucediendo es que fallan las habilidades de comunicación.

Las principales barreras en la comunicación de pareja son:

  • Hablar desde la queja, la retirada o la acusación hará que la pareja se sienta atacada y se defenderá.
  • Discusiones no resueltas, temas de diferencia y malestar que después de discutirlos quedan en el aire sin cerrar, sin llegar a acuerdos de solución y que son vulnerables de aparecer en el siguiente conflicto.
  • Utilizar etiquetas de la pareja que cierran la mente e impiden escuchar activamente lo que el otro quiere expresar.
  • Emociones demasiado intensas que dificultan por hablar desde la racionalidad que hace referencia a la comunicación eficaz.
  • Estar demasiado centrados en las necesidades de uno mismo dificulta la escucha del otro.
  • La comunicación no verbal negativa, gestos: experiencias de saturación, rabia, desvalorización del otro, desacuerdo. Los gestos muestran un número de emociones que dificultan la comunicación al interrumpir el mensaje del otro y crear una situación de ambigüedad y de confusión para la escucha.

Los problemas de comunicación de pareja producen un elevado malestar psicológico, son sus consecuencias psicológicas, que comúnmente se manifiestan de las siguientes formas:

  • Tensión en la relación
  • Irritabilidad
  • Bajo estado de ánimo
  • Ansiedad
  • Discusiones
  • Rabia
  • Distanciamiento
  • Disminución de la capacidad de disfrutar en pareja
  • Baja autoestima

En nuestra sociedad lamentablemente los celos están muy “normalizados”, es común la opinión de que “es normal” ser celosos, o considerarlos incluso como una muestra de amor. Nada más lejos de la realidad, los celos tienen muy poco que ver con el sentimiento de amor porque cuando hablamos de celos a la pareja, nos referimos al miedo a que éste nos sea infiel oa perderlo. El temor a ser rechazados o sustituidos por otra persona da lugar a pensamientos distorsionados o irracionales; estos miedos llevan en última instancia a intentar controlar a la pareja, pretendiendo lograr una seguridad que reafirme la relación.

En consecuencia, los celos son una forma determinada de gestionar la relación de pareja, aunque enfocada de una manera que puede llegar a ser dañina.

El perfil psicológico de la persona que siente celos se relaciona con la baja autoestima, la inseguridad y el temor de ser reemplazada.

Es cierto que tener algo de celos puede ser indicativo de que alguien se preocupa por su pareja; en este sentido, pueden ser positivos, ya que estimulan a la persona a cuidar su relación para evitar ser sustituida pero, si éstos no se controlan, sí puede ser perjudicial ya que los celos son en sí mismos un tipo de desconfianza hacia el otro, y la desconfianza nos separa de quien amamos. El límite entre preocuparse por una persona a la que se quiere y desconfiar puede ser difuso. Así, los celos se convierten en un problema en el momento que impide a la persona disfrutar del presente o cuando limita la libertad del otro miembro de la relación.

Todas las personas, en un momento dado, han sentido celos. Se trata de una reacción emocional inherente al ser humano, y como tal no puede evitarse. Los motivos que pueden llevar a una persona a ser celosa pueden ser muy diversos pero principalmente es la causa que les motiva lo que determinará la intensidad con la que se experimentan

Sentimiento de posesión hacia la pareja

Una de las partes llega a creer ser el dueño de la otra, a considerar que la otra persona le pertenece y que está obligada a dedicarle atención exclusiva. Entonces, intenta acaparar todo el tiempo de su pareja, o que ésta no tenga otras relaciones sociales. En estos casos, es imprescindible comprender que la otra persona es autónoma y que es necesario confiar en ella.

Miedo a perder a la persona amada

Los problemas de inseguridad llevan a la persona a experimentar un miedo exagerado a perder al ser amado y se vuelve híper-alerta ante situaciones o personas que considera una amenaza. Esto ocurre cuando existe una excesiva idealización o dependencia hacia la pareja. En estos casos, la persona vive permanentemente asustada ante la posibilidad de que sea abandonada. Definirse a través del otro, vivir solo y para la pareja, poniéndose en segundo lugar, anulando la propia identidad e independencia genera una gran angustia al perder a la pareja ya que sin ésta “no es nada” . Los patrones generalmente siempre implican inseguridad, desconfianza y problemas relacionados con la autoestima.

Por mucho que se quiera a una persona, es importante asumir que se puede tener una vida llena sin la pareja. La felicidad no puede vincularse a una única persona, o lo que es lo mismo, la pareja no es indispensable. En definitiva, nunca se puede asegurar que alguien va a estar con nosotros durante toda la vida, pase lo que pase.

Temor a estar solo o a no encontrar a otra pareja

Hay personas que simplemente no saben estar solas; necesitan una pareja permanentemente a su lado para dar plenitud a su vida, y sin ella se sienten inseguras. En estos casos, los celos no están motivados tanto por cariño a la otra, sino por una preocupación hacia uno mismo.

Otras veces, el miedo real es no poder tener otra pareja. En la sociedad actual, parece que tener pareja es casi una meta no escrita de todas las personas. Esta presión puede hacer creer a algunas personas que deben aferrarse como sea a su pareja actual, no sea que no encuentren otra.

Baja autoestima

Muchas veces el problema se encuentra en la valoración que uno hace sobre sí mismo. Sentirse inferior, pensar que no se es digno de ser amado, por lo que esta persona siempre tendrá miedo de que en cualquier momento dejen de quererla o de que alguien mejor le arrebate a su pareja. Esta inseguridad, en última instancia, también le hará desconfiar de su pareja; así, si no se cree merecedora de su cariño, pensará que su sinceridad y cariño seguramente serán fingidos. Al final, en estos casos los celos son una proyección de las inseguridades propias hacia la otra persona.

Problemas de apego a la infancia

Hay estudios que relacionan los problemas de apego a la infancia con los celos en la vida adulta.

Las personas que se han criado con problemas de apego suelen tener patrones afectivos desestructurados; esto les suele hacer emocionalmente inestables, inseguros y con baja autoestima. Del mismo modo, quienes han tenido unos padres cuya relación estuvo marcada por los celos, es más probable que reproduzcan estas actitudes en su vida adulta.

Experiencias previas

A veces, los celos están motivados por experiencias sufridas previamente. Aquellas personas que han sufrido un abandono o infidelidad tienen más motivos para ser celosas. La persona está herida y desconfía de todos porque todos le pueden hacer daño.

Patrones afectivos mal aprendidos

Otra de las causas comunes de los celos se encuentra en los patrones afectivos mal aprendidos. En este caso hablaríamos de relaciones previas en las que nuestra anterior pareja era celosa; esta forma de comportamiento puede dar lugar a creer que lo normal es ser celoso.

Todas estas causas acaban provocando conductas que alejan cada vez más a la pareja, en consecuencia la desconfianza aumenta más, haciendo crecer “la bola” y finalmente acaba rompiendo la relación. Es decir, los celos acaban provocando lo que la persona teme: perder a la persona amada confirmando así sus desconfianzas… “ya sabía yo que esto pasaría”….

Los síntomas más comunes de los celos patológicos son los siguientes:

Síntomas emocionales

  • Miedo excesivo y permanente a perder la pareja.
  • La sensación de celos genera tal malestar que genera ansiedad, insomnio o depresión.
  • Actitud agresiva o intimidatoria hacia la pareja.
  • Sentimientos negativos hacia las personas que rodean a la pareja, como familiares, amigos o compañeros.

Síntomas cognitivos

  • Imaginar a menudo que la pareja es infiel.
  • Considerar que la pareja quiere agradar a otras personas, mediante su vestimenta o maquillaje.
  • Desconfiar de las personas que rodean cotidianamente a la pareja, como amigos o compañeros de trabajo.
  • Realizar comparaciones personales con las personas que rodean cotidianamente a la pareja.
  • Percibir los deseos de la pareja como prueba de que está insatisfecha con la relación actual.
  • Considerar las anteriores relaciones de la pareja como una amenaza constante.

Síntomas conductuales

  • Controlar permanentemente el teléfono o cuentas sociales de la pareja.
  • Necesidad de mantener el contacto permanentemente con su pareja.
  • No dejar que la pareja realice actividades de manera individual o que desarrolle aficiones placenteras.
  • Exigir a la pareja que cuente todo lo que ha hecho a lo largo del día.
  • Llamar a menudo a la pareja por teléfono, para saber dónde está o qué está haciendo.
  • Revisar la ropa o pertenencias de la pareja en busca de pruebas de posibles infidelidades.
  • Control de los gastos de la pareja, en previsión de que esté haciendo cosas con otra persona.
  • Despreciar o criticar a la pareja por intentar hacerla más insegura y menos independiente.

Se puede hablar de tres tipos de celos muy diferenciados en la relación de pareja:

  • Celos reactivos: son los que se producen como respuesta a un estímulo externo. Se dan cuando la pareja desarrolla alguna acción que puede poner en peligro la relación, como salir de fiesta constantemente o bailar sensualmente con otra persona.
  • Celos ansiosos: celos basados ​​en un temor infundado. Se producen cuando existe la creencia por parte de la persona que su pareja le abandonará por otra persona; generalmente, este tipo de celos se basa en inseguridades personales y una baja autoestima. Son los más comunes, generando una sensación de suspicacia y falta de confianza en la pareja.
  • Celos posesivos: este tipo de celos se basa en la creencia por parte de la persona que la pareja le pertenece. Son especialmente perjudiciales, puesto que se limita la libertad individual de la pareja e incluso pueden derivar en actitudes hostiles.

Los celos en pareja producen un malestar psicológico elevado, son sus consecuencias psicológicas, que comúnmente se manifiestan de las siguientes formas:

  • Tensión en la relación
  • Irritabilidad
  • Bajo estado de ánimo
  • Ansiedad
  • Discusiones
  • Rabia
  • Distanciamiento emocional
  • Disminución de la capacidad de disfrutar en pareja
  • Baja autoestima

Se entiende por distancia emocional el fenómeno que se produce cuando una persona esconde sus emociones y, al mismo tiempo, se mantiene alejado de las emociones de los demás. Este mecanismo constituye un intento de defensa o protección y puede llevarse a cabo de forma consciente o inconsciente.

Al principio de las relaciones, todo es verdaderamente hermoso e intenso. Cada miembro que conforma la pareja pone todo de su parte para que la relación florezca y evolucione correctamente. El amor siempre está presente, haciendo que las personas que lo sienten vivan en una nube. Pero con el paso de los años, y las experiencias vividas, puede que uno de los miembros de una pareja deje de sentir ese amor que sentía por su pareja, y se vaya distanciando paulatinamente. Este fenómeno es conocido como el abandono o distanciamiento emocional en la pareja. El amor baja de intensidad con el paso de los años, pero no debe apagarse. Se convierte en un amor más pausado y maduro, pero sigue siendo amor. El abandono emocional aparece cuando este fuego se apaga por completo, y al menos una de las partes se va distanciando emocionalmente de la otra, perdiendo interés, y centrándose en las necesidades propias.

El mayor enemigo de una relación de pareja no son las opiniones diferentes, ni los conflictos ni los problemas puntuales que puedan surgir: es la distancia emocional. La distancia emocional a la pareja crea más abismos que un malentendido e incluso que un conflicto puntual en la relación. La gelidez afectiva y el desinterés son estos muros a menudo insalvables que tanto sufrimiento generan. Perder la intimidad, esta proximidad cómplice y el valioso tejido en el que se fila la confianza y la complicidad conforman un escenario de arenas movedizas donde hundirnos cada día más. Pocas situaciones pueden llegar a ser más angustiantes. El coste psicológico para la persona que todavía ama al otro, y que de repente percibe ese viento frío que lleva la indiferencia emocional, puede ser inmenso. Y sin embargo, no es algo que venga de improviso.

El abandono emocional en la pareja, se camufla extremadamente bien, dentro de la rutina, y de los disgustos de la propia convivencia. El distanciamiento emocional comienza paulatinamente, es un proceso realmente lento, que suele pasar desapercibido. Se va perdiendo poco a poco el interés por la otra persona y por estar, la persona se va centrando en las propias necesidades y va tomando inconscientemente su propio camino porque el día a día con su pareja le ahoga y los estropea. Todo se sumerge en una triste rutina de convivencia vacía. Cuando se produce este tipo de distanciamientos, la culpa no la tiene nadie, sino la falta de voluntad por hacer que la chispa del amor esté encendida.

Cuando el amor queda atrapado en la rutina, cuando se va apagando, las relaciones comienzan a iniciar su propio final y, si nadie hace nada por revivirlo, acaba por morir. La distancia emocional es un preludio que tiene consecuencias que deberemos afrontar. Entender cuáles pueden ser las causas, puede ser clave en muchos casos.

El abandono emocional en la pareja no significa el fin de la pareja. La clave es buscar ayuda cuando alguno de los miembros de la pareja, sea capaz de identificar que algo ocurre dentro de la relación. Porque el abandono emocional va dejando pistas. Así que, sería recomendable que ante la mayor sospecha de que la relación va mal, se busque ayuda profesional. De este modo, quizá se podría salvar la relación, si se averigua el porqué del distanciamiento emocional.

Ciertamente, incluso la persona que se distancia emocionalmente, tampoco es consciente de lo que ocurre. Por este motivo, no se puede actuar si no somos capaces de identificar qué ocurre, y por eso lo mejor es tener en cuenta las señales del abandono emocional:

  • Exceso de tiempo invertido en el trabajo y aficiones.
  • Abuso de substancias.
  • Distanciamiento físico en el hogar para tener el mínimo contacto posible, uno puede estar en el comedor y el otro en la cocina.
  • Poca comunicación, conversaciones escasas o conversaciones sólo referidas a temas que no incluyen nada de importancia personal ni emocional. El silencio suele ser la normalidad de una pareja que se va marchitando poco a poco.
  • Incapacidad para relacionarse con los amigos o familia de la pareja.
  • Dejar de hacer planes juntos, cada uno tiene sus planes, o al menos, la persona que siente ese distanciamiento emocional suele hacer planes sin contar con la pareja.
  • Sensación de vida rutinaria.
  • Carece de atención y preocupación en el día a día.
  • Excusas en el momento de plantearse salidas juntos.
  • Esfuerzos que no son compensados.
  • Sensación de soledad cuando se encuentran juntos. Es la soledad más cruel puesto que es la soledad que se siente en compañía.
  • Quejas constantes, imitar comportamientos nocivos de la pareja, en vez de conversar al respecto y corregirlo conjuntamente.
  • Falta de compromiso.
  • No hay muestras de cariño como caricias o abrazos, incluso puede dejar de haber relaciones sexuales.

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